En Niskayuna, un grave accidente automovilístico ocurrido en abril dejó a dos mujeres heridas de gravedad, quienes fueron trasladadas al Albany Medical Center para recibir atención médica y posteriormente se sometieron a meses de rehabilitación en el Schenectady Center for Rehabilitation and Nursing. Su largo pero gratificante proceso de recuperación las ha llevado a compartir su conmovedora historia.
Ginny Corsi, de 82 años, proveniente de Boulder, Colorado, se mueve en silla de ruedas por el Schenectady Center, mostrando una sonrisa en su rostro, contando chistes y demostrando sus habilidades para manejar la silla. Sin embargo, al recordar el día en que ella y su compañera, Mary, sufrieron un accidente camino al aeropuerto después de visitar a su familia en la Región Capital, su estado de ánimo cambia.
“Aquel día… Venía del torneo de baloncesto de mi nieto. Mi hija estaba conduciendo, íbamos por la Ruta 7, y de la nada aparece un automóvil directamente hacia nosotros, en nuestro carril”, dijo Ginny. “Lo siguiente que recuerdo es que, 48 horas después, desperté. Era un amasijo de heridas. Me pregunté si iba a sobrevivir, y también me pregunté si quería hacerlo”.
El conductor del otro vehículo falleció, y la hija de Ginny sufrió algunas heridas. Entre Ginny y Mary, de 70 años, ambas sufrieron múltiples fracturas de extremidades, una laceración en el hígado y una lesión aórtica. Ginny estaba en peor estado, y era consciente de ello.
“Pensé que ya había vivido mi vida. He tenido una vida fabulosa, bendecida y una maravillosa compañera, y hemos viajado por todo el mundo, por todos los Estados Unidos, y nunca nos pasó nada, y luego sucedió esto”, dijo Ginny. “¿Por qué necesito vivir? ¿Por qué tengo que enfrentar lo que probablemente será lo más difícil que he hecho en mi vida?”
Después de un mes en Albany Med, Ginny y Mary se sometieron a terapia física y tratamiento en el Schenectady Center, donde Ginny reconoce el papel crucial de una terapeuta ocupacional y una fisioterapeuta de viaje que la motivaron a superar sus límites, aunque no siempre estaba dispuesta a hacerlo.
“Tuve mucha suerte de tener a dos terapeutas jóvenes, hermosas e inteligentes, porque las hubiera odiado”, dijo Ginny, añadiendo que, aunque la terapia fue difícil, sabía que tenía que seguir adelante.
“Nos divertimos tanto con ellas como ellas con nosotras, aunque a veces llorábamos porque teníamos dolor”, dijo la fisioterapeuta Victoria Petrushenko.
“Hubo días difíciles y, por supuesto, secuelas de estrés postraumático por el accidente, no lo olvidamos”, dijo la terapeuta ocupacional Giovanna Fischera.
Tras meses de tratamiento, Mary fue dada de alta recientemente, y Ginny también saldrá el martes. Su pierna sigue enyesada, su mano rígida, y aún le queda mucho por sanar. Sin embargo, está recuperando una parte importante de sí misma y regresando a su hogar en Boulder.
“Cuando atraviesas una experiencia traumática, creo que pierdes algo. Tu alma queda en alguna parte de la Ruta 7 y tienes que esperar un poco antes de que tu alma vuelva y se una a ti”, dijo Ginny, añadiendo: “Creo que mi alma está de regreso”.
